El profesor César Bona, que ha vuelto hoy a Castelló tras 'colapsar' la ciudad en su primera charla el pasado mes de abril, ha dado sus claves sobre la educación y los colegios en un Auditori lleno hasta la bandera, con más de 1.200 personas expectantes por escuchar sus ideas.
Bona (Zaragoza, 1972) presentó en 2014 un proyecto con sus alumnos a un concurso internacional, el Global Teacher Prize, y quedó finalista. En abril de 2015 la Fundación Caja Castellón le invitó a presentar "La Nueva Educación" a la que asistieron cientos de profesores, estudiantes y padres. Hoy, ha vuelto a nuestra ciudad, invitado en el Ciclo "De Razones y Hombres" de la entidad castellonense para hablar de «Las escuelas que cambian el mundo».
Ha pasado el último año y medio visitando colegios españoles con el proyecto Escuelas Changemaker de la ONG estadounidense Ashoka, con sede en España. "Son unos centros en los que todos los niños son escuchados. Ha sido como un máster en el que he aprendido lo que no podía imaginar. Las Administraciones deberían fomentar este tipo de experiencia entre los docentes", señala Bona. Es la evidencia de la necesidad de cambio en el planteamiento educativo y para ello recuerda que "escribir correctamente es lo que siempre se ha pedido en la escuela y faltan muchas más cosas por pedir, entre ellas convivir con los demás. Además de escribir correctamente tenemos que incentivar la convivencia. La base debe ser el respeto. Si existe una prioridad es la de que aprendan a vivir respetando a los demás y también a sí mismos, desarrollando valores como la solidaridad, la tolerancia y la igualdad. Y también es necesario el esfuerzo porque sin él no se puede conseguir nada. El conocimiento se puede adquirir de muchas formas, pero no sirve si no se aprende a ser persona", comenta.
Con respecto a los maestros, César Bona, comenta que "les pondría a aprender trabajo en equipo y a los alumnos les reduciría la carga extraescolar. Hay vida más allá de los deberes, deberíamos dejarles con ganas de ir a la escuela el día siguiente", lamenta.
"Escuchar a los niños"
La clave del éxito consiste en escuchar: "Escuchemos a los niños y niñas; tengamos en cuenta el factor humano antes que la medida de los conocimientos; recordemos que cada niño es un universo y que cuanto más difícil sea el niño, mayor ha de ser nuestro reto (y en la mayoría de los casos bastará ver que lo único que necesitan es cariño). Y nunca, nunca se puede medir con la misma vara: por mucho que no lo crean algunas personas, las emociones o la felicidad no se pueden calibrar y también hemos de educar para darles las herramientas para que las encuentren por sí solos. Ésa debería ser nuestra misión como maestros". Y añade que "en realidad, lo que hace falta en la educación son profesionales capaces de cambiar y transformar la sociedad. Para lograr ese objetivo es preciso compartir, que aprendamos a compartir".
Bona desea volver a su escuela para aplicar lo que ha aprendido en estas siete escuelas: "Involucrar a los niños para mejorar la sociedad y escucharles "Va a ser una escuela de ensueño". "Los adultos no pensamos como niños pero como adultos hemos de volver a viajar y ser niños para precisamente saber qué necesidades hay, qué se echa de menos, qué es lo que estimula y sobre todo a reflexionar sobre qué herramientas nos hacen falta para cuidar de las relaciones humanas, ser capaces de conocer a personas diferentes y poder dialogar y llegar a consensos enriquecedores para todos. Reflexionar también sobre el valor de las personas que no puede residir en el resultado de los exámenes, la felicidad no puede estar asociada a las buenas notas obtenidas, hay que educar para lograr ser y obtener personas felices, coherentes con criterio pero respetuosos en la diversidad que nos rodea, la diversidad que es parte de la vida", concluye.
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