dimecres, 20 de gener del 2016

La mirada de aprobación del maestro es más gratificante que un 10.

Entrevista sobre educación y neurociencia al profesor David Bueno (Universidad de Barcelona): "La motivación o el trabajo entre iguales activan el cerebro social y el aprendizaje es más integral"

"Las personas que de pequeñas tienen tiempo para aburrirse de mayores tienen mejores funciones ejecutivas. Tomarán decisiones con más facilidad"


Existe la tentación de presentarse ante David Bueno, genetista y divulgador sobre neurociencia y educación, como si fuera un oráculo. Su conocimiento de la complejidad del cerebro, y de la actividad de este ante los diversos estímulos cotidianos, nos empuja a buscar en él las respuestas definitivas a preguntas recurrentes en el campo educativo: ¿hay reñir a los niños? ¿Cómo hemos de conectar con los adolescentes? ¿Se han de estimular mucho los bebés? ¿A qué edad tenemos que empezar a enseñar inglés? La neurociencia tiene una respuesta para la mayoría de estas preguntas, pero Bueno nos advierte: "Poco diré que las pedagogías no hayan concluido ya a partir de su trabajo de ensayo-error. La sopa de ajo ya está inventada". Veamos pues.

¿Qué sabemos del cerebro que nos permita aplicarlo a la educación?

En los últimos diez años hemos desarrollado técnicas que nos permiten hacer seguimiento de qué zonas del cerebro se activan en cualquier actividad. Esto nos permite relacionarlo con cualquier cosa y, por tanto, con la educación. Podemos identificar qué zonas se activan más en cualquier proceso educativo, y de qué manera el cerebro es más receptivo a incorporar conocimientos. A través de la motivación, por ejemplo. O también nos ayuda a identificar cuáles son las mejores etapas para según qué aprendizajes.

¿Cómo evoluciona el cerebro en la primera etapa de la vida?

Entre los 0 y los 3 años se hacen muchas conexiones en la parte superficial del cerebro: esto quiere decir que el cerebro incorpora todos los condicionados del ambiente que rodea al niño. Sin que el niño sea consciente de ello, porque a esa edad la memoria no está desarrollada, interioriza el ambiente. No recordará lo que ha vivido antes de los tres años, pero si ha sufrido un ambiente de violencia estructural, su cerebro desarrollará un patrón que difícilmente podrá cambiar: reaccionará a la violencia generando más violencia o escondiendose de ella. Es lo que se llama fight or fly.
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